Treinta y uno

—Esperen un momento, caballeros, primero me ocuparé de mi hija —se excusó Alpha Cameroon, levantándola del suelo. Pidió a los guardias y al conductor del camión que entraran y se pusieran cómodos mientras él se ocupaba de llamar al médico de la manada. El grito de Larrisa antes de desmayarse había a...

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