Iniciando.

La campana sonó. Las sillas se arrastraron, las mochilas se cerraron, y el caos habitual del almuerzo barrió el patio. Amy me dio una sonrisa cómplice, susurrando —Diviértete— antes de desaparecer entre la multitud, dejándome con la complicación ambulante que era Dean Blackmore.

Dean se puso de pie...

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