Demasiados pensamientos.

La luz del pasillo era tenue, lo suficiente para pintar todo con ese suave resplandor dorado que hacía que el lugar se sintiera más como hogar que cualquier otro sitio. Y allí estaba Elias, apoyado contra la pared opuesta, con dos cervezas en mano y una sonrisa cómplice en su rostro.

—Toma—me dijo, ...

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