Almas podridas.

Mi corazón dio un vuelco, mi respiración se detuvo en mi garganta.

—¿Qué demonios...?

Se movió antes de que pudiera terminar. Más rápido de lo que jamás lo había visto moverse. Su mano se enredó en mi cabello, tirando de mi cabeza hacia atrás tan fuerte que mi cuello gritó. Luego su boca se estrel...

Inicia sesión y continúa leyendo