Amigo de porquería.

Ella me mintió en la cara. El sonido, la pequeña grieta en su voz, fue toda la confirmación que necesitaba. La ira se transformó en algo más afilado, más frío. No dudé. Arrastré a Tessa por las cortas escaleras hasta una jaula colgante que se balanceaba sobre el borde del pozo, el hierro frío y resb...

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