247. «No mires, Charlotte».

Me preparo para el impacto, pero no llega. Lo que siento en cambio es el peso del cuerpo de Sebastián sobre el mío, sus brazos envueltos alrededor de mí, sus manos aferrando mis hombros tan fuerte que nos roba el aire a ambos.

Sus piernas ceden y cae de rodillas, llevándome con él sin soltarme nunc...

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