250. «Nos has asustado».

No hay palabras en el mundo para describir el alivio que sentí cuando vi los ojos de Sebastián abrirse. Pálido, sí, pero vivo—sentado en la cama del hospital, saludándonos con una sonrisa cansada.

Aunque Grant había dicho que viviría, la angustia seguía enterrada profundamente en mis huesos, el mie...

Inicia sesión y continúa leyendo