253. Nuestro milagro

Christopher entra apresurado, sin aliento, sosteniendo su chaqueta de traje colgada sobre un brazo. Su rostro está ligeramente sonrojado, tal vez por correr hasta aquí o por el calor. Sus ojos abiertos se suavizan cuando me ve sentado en el sillón, con el Dr. Hensley de pie junto a mí.

—¿Estoy muy ...

Inicia sesión y continúa leyendo