47. COMEZÓN

Los intensos ojos plateados de Mason me miraban como si fueran un par de carbones ardientes. De repente, la habitación parecía más pequeña... más caliente. Su presencia era suficiente para que mi corazón hiciera volteretas caóticas.

Oh, mierda. ¿Qué estaba haciendo aquí?

Mason se acercó a mí y jur...

Inicia sesión y continúa leyendo