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La expresión de su rostro se volvió indescifrable, sus ojos mortalmente serios. La alegría de antes desapareció, todo rastro de frivolidad desapareció. "Sí", dijo en voz baja, "me gustan los niños". Por un breve instante, cerró los ojos, como si luchara por mantener el control.

Una oleada de culpa ...

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