[10] Mi estúpido padre

Bryer se acercó al mismo espejo donde América se miró y encontró sus hematomas más notables. Tenía una crema para eso, y comenzó a colocársela en ese momento. Bryer se tocó el cuello y se apretó como Ripley lo hizo. Los recuerdos la azotaron tan fuerte, que su vagina se humedeció tanto, que de no ha...

Inicia sesión y continúa leyendo