[14] ¿Y si son cien?

Ripley regresó a la cocina, los nudillos blancos de la presión que ejercía sobre la encimera. Bryer era una perra, y se había propuesto empujarlo al límite. Había probado su boca, la había saboreado, la había hecho gemir y correrse en sus dedos. Y ahora, se atrevía a besar a su hijo, a provocarlo, a...

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