Capítulo doscientos treinta y nueve.

Las lámparas de araña doradas brillaban suavemente sobre las pulidas suelos de mármol y las interminables vitrinas de vidrio.

Cada superficie resplandecía. Diamantes, esmeraldas, zafiros, platino, joyas que parecían pertenecer a una bóveda real, no a una tienda.

Parejas elegantes paseaban tranquil...

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