Capítulo doscientos sesenta y ocho.

Tres días después...

Meera estaba frente al espejo de cuerpo entero, con la respiración atrapada en la garganta.

Apenas se reconocía a sí misma.

Envuelta en una seda carmesí profundo que brillaba bajo las luces doradas, la lehenga se ajustaba a su figura como si hubiera sido cosida por el des...

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