Cásate con Gigi

Rowan no se movió.

No respiró.

Solo miró al hombre que lo había criado, al abuelo que acababa de destrozar lo que quedaba de su realidad.

Entonces se rió.

Un sonido corto y hueco.

—Fantástico —murmuró—. Justo lo que necesitaba escuchar hoy.

Sebastián exhaló.

—Rowan, no necesitas hacer nada. L...

Inicia sesión y continúa leyendo