El salvaje Remi

El día siguiente llegó más rápido de lo esperado. Apenas había dormido cuatro horas cuando Larry entró saltando en mi habitación preguntando si todavía íbamos de compras.

—Lo prometiste —dijo, con los brazos cruzados al pie de mi cama como un pequeño guardaespaldas.

Gruñí en mi almohada, pero asen...

Inicia sesión y continúa leyendo