Mendicidad y lágrimas

Rowan me sostenía con fuerza, su mano acariciando mi cabello, su presencia firme y cálida contra el frío entumecimiento que se asentaba en mis huesos. —Lo sé, Remi. Lo sé—. Se sentó conmigo allí, justo al borde de la carretera, sus brazos envolviéndome como si pudiera mantener juntas las piezas rota...

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