Invitado a un baile

Jo levantó una ceja.

—Claro. Y no es como si te hubieras acercado a él, prácticamente desafiándolo a decir algo sarcástico.

Gemí, levantando las manos.

—Jo, eres imposible.

—Y tú estás en negación —replicó ella, cruzando los brazos—. Mira, lo entiendo. Es molesto, arrogante y ridículamente guapo...

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