El comienzo del sufrimiento

—Eso debería ser suficiente—dije, deteniendo a los secuaces de Papá tan pronto como entré en la celda de la prisión.

—Sí, mi señora.

Mi pecho se apretó al ver a Valerian gimiendo de dolor. Estaba encadenado a la pared, bañado en su propia sangre.

Había comenzado a hacer sufrir a Valerian bajo mis...

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