42 - Te necesito

Ithra se quedó pegada a mí en un abrazo apretado. Le di unas palmaditas en la espalda mientras ella se aferraba a mí.

—Está bien —logré decir—, ya pasó.

Permanecimos así por un rato, y poco a poco, su respiración se normalizó. Luché contra el impulso de preguntarle por qué se había ido sin decir n...

Inicia sesión y continúa leyendo