47 - De nada

—No seas tonta—dije, empujando mi cabello detrás de la oreja.

Observé las aguas oscuras frente a mí y sentí cómo mi corazón se encogía de miedo.

—Sí, lo eres—dijo Zadok, escrutándome con la mirada—. ¿Hay alguna razón para ello?

—¡Dije que estoy bien!—Mis palabras salieron más duras de lo que pret...

Inicia sesión y continúa leyendo