Unos cuantos puntos de sutura para la carretera

—¡Es una mierda! —gritó Lita, apretando los dientes mientras la doctora, que ahora sabía que se llamaba Sarah, trabajaba la aguja a través de la carne de su muslo—. Ughhh, maldita sea, eso duele. Traería a ese lobo de vuelta a la vida solo para matarlo de nuevo. ¿Quién demonios muerde el muslo de a...

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