113. Atrapado por las circunstancias

Al presenciar el silencio de su esposa, el corazón de Max se estaba deteriorando. Con suavidad, abrazó a Gabriella.

—Esto no es tu culpa, así que no te castigues. ¿Entiendes? —susurró el hombre, aterrorizado ante la posibilidad de perder también a su esposa.

Extrañamente, pasaron unos segundos y G...

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