18. Prometo

—Por supuesto que no —argumentó Max irritado.

—Entonces, dame otra opción. ¿Qué tal un masaje? ¿No tienes los hombros adoloridos?

El CEO comenzó a rodar los ojos. Después de unos momentos, le dio el oso polar de peluche a Gabriella.

—¡Ahora, cumple tu promesa!

En un instante, los ojos de Gabriel...

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