32. Intentando contraatacar

Max ya no podía quedarse quieto. De vez en cuando, su cuerpo se inclinaba hacia adelante, haciendo que la mujer frente a él se desesperara.

—¡Está bien! Seguiré el patrón —exclamó Gabriella, finalmente cediendo—. ¿Estás satisfecho?

—Casi —respondió el hombre con una leve sonrisa. Un segundo despué...

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