38. Demasiado frágil

A las cinco de la tarde, Max finalmente regresó a la habitación. Con una mirada amarga y una respiración entrecortada, miró la puerta que lo separaba de su esposa.

—¿Ha terminado la tarea o se ha escapado con otro hombre? —el hombre se preguntó, cegado por los celos. Abrió la puerta bruscamente.

U...

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