42. Segundo arrepentimiento

Al presenciar tal reacción, la culpa de Max se duplicó de repente. Mientras fruncía el ceño, intentó tocar el hombro de su esposa.

—Gabriella, lo siento. No debí ser grosero contigo —dijo Max con la lengua seca.

La mujer no respondió. Continuó lavando su corazón herido con lágrimas.

—Realmente me...

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