80. Nuestra última noche

—¡Mira! Hemos llegado —dijo Max mientras soltaba la mano de su esposa para girar el volante.

Con las cejas arqueadas, Gabriella miró a su alrededor. Tan pronto como vio el edificio bellamente diseñado frente a ella, la boca de la mujer se abrió de par en par.

—Max, ¿me llevas a una orquesta de alt...

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