91. No vuelvas a desaparecer

—Lo siento, Max. Lo siento —susurró Gabriella aunque se estaba ahogando.

Sus ojos cerrados habían cambiado el significado de llorar, ya que su corazón vacío se había llenado con el calor de su esposo.

Acariciando el cabello de su esposa, Max respiró hondo. El aire pesado ya no pesaba en sus pulmones...

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