Capítulo 30

La cabeza de Amelia latía como un tambor, y su cuerpo entero ardía. Podía escuchar algunas voces, pero todas estaban amortiguadas.

Abrió los ojos lentamente, y lo primero que vio fueron las cegadoras paredes blancas. El olor a desinfectante le golpeó la nariz. ¿Estaba en el cielo?

—¿Estás despiert...

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