Capítulo 373

Los dos se miraron fijamente, y Diana se quedó inmóvil, con lágrimas corriendo por su rostro.

—¿Por qué me salvaste? —Su cara estaba pálida, ya no era la mujer altiva que solía ser.

Amelia suspiró, sin decir mucho. Abrió varios recipientes de avena, el aroma llenando la habitación instantáneamente...

Inicia sesión y continúa leyendo