CAPÍTULO DIECISÉIS

Marco caminaba de un lado a otro en su mansión, amplia, pero menos que la de Lucas. Su frustración era palpable, sus hombres lo miraban nerviosos mientras murmuraba entre dientes.

—¡Maldita sea! —rugió Marco, golpeando con el puño el pesado escritorio de roble en su estudio—. ¿Cómo la encontró tan ...

Inicia sesión y continúa leyendo