CAPÍTULO VEINTIDÓS

Massimo caminaba de un lado a otro en su oficina. Sus ojos estaban fijos en la pantalla de su teléfono, las fotos que Lucas había enviado eran vívidas y provocadoras.

—Este hijo de puta—, murmuró, golpeando con fuerza su escritorio, haciendo que algunos papeles se dispersaran. Siempre había sabido ...

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