CINCUENTA Y DOS

Su respiración se entrecortó cuando sintió un débil latido. —Vas a estar bien— murmuró, con la voz quebrada. La levantó con cuidado en sus brazos, acunándola contra su pecho. La sangre manchaba su ropa, pero no le importaba. —Aguanta, por favor, aguanta.

Los ojos de Olivia se abrieron lentamente, e...

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