SESENTA Y UNO

Días después, Marco seguía acostado en la cama del hospital, su pierna fuertemente vendada e inmovilizada. Su condición se había estabilizado, pero estaba lejos de recuperarse por completo. Los doctores habían sido claros: volvería a caminar, pero con dificultad.

La puerta chirrió al abrirse y Mia ...

Inicia sesión y continúa leyendo