La Isabel que se muere

La culpa ya no me despertaba todas las madrugadas. Seguía ahí, pero había aprendido a convivir con ella sin que me volviera loca. Habían pasado dos semanas desde que volví del retiro de yoga en las sierras y algo había cambiado. No era que me sintiera mejor conmigo misma, era que por fin entendía po...

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