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Como si pudiera leer mis pensamientos, rodó los ojos, tomando mi mano de nuevo. —No voy a hacerte daño. Te lo prometo.

Odiaba la forma en que me sostenía la mano. Me hacía sentir escalofríos. Pero no me opuse más y seguí adelante.

A lo largo del camino que tomamos, encontré flores dispuestas en él...

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