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Momentos después, salí de la habitación del hombre sintiéndome más preocupada. Guinevere estaba esperando justo a la vuelta de la esquina y me miraba con ojos penetrantes.

—¿Lloraste? —Parecía confundida.

Me soné la nariz, negando con la cabeza— El hombre y yo... solo tuvimos una charla ligera.

—...

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