98

—No, por favor. Intenté sentarme, pero me patearon en el hombro, obligándome a tumbarme de nuevo. Caí con un gemido doloroso.

El otro se subió encima de mí, sus piernas a cada lado de mi cintura. Sentí asco de inmediato.

Me agarró del cuello, y tan rápido como pude, abrí la navaja de bolsillo plat...

Inicia sesión y continúa leyendo