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—¿Puedo acompañarte? —pregunté en voz baja. No quería sobrepasar mis límites, no quería que ella sintiera que tenía que invitarme a su vida.

—Claro —dijo ella—. Si eso te hace sentir mejor.

—Realmente lo hace —dije. La verdad era que no me importaba. Pero sentía que empezaba a entender algo sobre ...

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