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Axel había enviado un coche para recogerme, por supuesto. Pero me sorprendí cuando me subí al asiento trasero del Bentley plateado que había estado esperándome abajo durante los últimos diez minutos. Porque Axel no estaba allí.
—¿Dónde está Axel? —dije.
—El señor Linden me pidió que la recogiera y...
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