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Subí las escaleras y llamé a la puerta de Sara. Ella todavía estaba con su vestido y estaba enviando mensajes de texto.

—¿Con quién hablas? —dije.

—Estoy enviando mensajes a Zeke —dijo ella—. Está muy triste por el restaurante.

—Sé que encontrarás la manera de animarlo. Escucha, tengo que irme de...

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