Capítulo 91

Los ojos del conductor estaban fijos en el espejo retrovisor, su corazón latiendo con fuerza cada vez que echaba un vistazo. La bestia lobo los estaba alcanzando, sus ojos fijos en el coche con una intensidad inquietante para atraparlos.

—¡Dios mío, Dios mío, Dios mío!— murmuró el conductor para sí...

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