CAPÍTULO 54

La sala de juegos se había calmado, el bullicio de voces y estallidos de risa se había reducido a susurros suaves entre los cuatro.

Saphira se acurrucó en el gran sofá, metiendo las piernas debajo de la manta que había tirado sobre sí misma. La tela era suave, aislándola del aire fresco de la noche...

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