CAPÍTULO 82

El sol había subido más en el cielo, proyectando un dorado moteado sobre el suelo de madera de la habitación de Anastasia. El ánimo entre ellas se había aligerado a medida que pasaban las horas—más risas, menos sombras. Habían intercambiado viejas historias y pequeñas confesiones, bailando cautelosa...

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