CAPÍTULO 84

Jed se sentó con los dedos entrelazados, los codos apoyados en el borde de la mesa, su mirada desenfocada por un momento antes de volver a fijarse en la habitación. La luz del sol que entraba por la ventana de la oficina iluminaba las líneas finas bajo sus ojos—evidencia de largas horas, preocupacio...

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