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Wyatt tenía una manera de devorarme, de entrar en mis venas, y cuando me giró de espaldas, le desabotoné los pantalones, desesperada por más. Su pene saltó libre. Era pesado y grueso, con el glande brillando de preseminal, listo solo para mí. No me había olvidado de Beau; nunca me pusieron realmente...

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