52. La marca de nacimiento invisible

Leila no podía dormir. Su cuerpo estaba exhausto, pero su mente resistía desesperadamente el descanso. Le había pedido a Tuya que la acompañara a dar un paseo por el arroyo detrás de la posada. Se acariciaba la parte baja del vientre, preguntándose si podría llevar un bebé con éxito. Pero no se atre...

Inicia sesión y continúa leyendo