Capítulo 168

Nos habíamos movido del jacuzzi a las cómodas sillas del salón en la veranda, donde Chris se había recostado de espaldas. Me incliné sobre él, llenando de besos sus muslos internos mientras mi mano subía y bajaba continuamente por su miembro cada vez más grueso y palpitante.

—Diosa, Ava —gimió, hun...

Inicia sesión y continúa leyendo