Capítulo 14

—¿Qué? —pregunté, mirando los ojos azules de Lucas y luego su piel bronceada.

Ni siquiera tuvo que flexionar sus abdominales para que los viera.

De repente, me sentí incómodamente acalorada.

—Puedes tocarlos —me animó Lucas—, si quieres.

—Yo... eh. —Lucas se acercó más a mí. Lo miré a los ojos c...

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